miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Revolución de la Mujer

Sinceramente, creo que lo hemos hecho fatal. Yo no sé si lo que buscaban las mujeres que lucharon por la igualdad de derechos tenía que ver algo con lo que, al final, vivimos. Es cierto, tenemos más derechos: tenemos voz y voto, no dependemos de un hombre para todo (mi madre hasta para abrir una cuenta bancaria necesitaba la firma de mi padre). Y nos hemos incorporado al mundo laboral.

Pero ¿a qué precio? Tenemos más derechos y más obligaciones. Ahora somos trabajadoras, amas de casa, madres y esposas. Todo junto y en el mismo tiempo que tenían nuestras madres antes, es decir, 24 horas al día.

Trabajadoras con menos salario medio que los hombres en su mismo nivel laboral. Pero, bueno, al menos llevamos algo a casa. Y podemos decidir quedarnos solas, porque tenemos un sueldo.

Amas de casa, con la "supuesta" ayuda de los maridos. Que sí, es cierto, ayudan más que los de hace una o dos generaciones. Pero ¿tanto más cómo para justificarla existencia de ese cambio? Vamos a ver, antes había excepciones de hombres que ayudaban a sus mujeres, pues como ahora. Porque la mayoría de los hombres, digamos lo que digamos, ayudan en un par de cosas a la semana (dos días que hacen la cena, uno que sacan la vajilla del lavaplatos o que bajan la basura, y ya) Pero el peso de verdad lo seguimos llevando nosotras. Todo lo que hacía mi madre durante el día, lo hago yo en unas cuatro horas.

Madres, y aquí me duele reconocer que los niños son los que más cosas han perdido. No estamos a su lado en muchas ocasiones que antes sí estaban muestras madres con nosotros. Nos suplimos con cuidadoras, nanys, horas extras en los coles, ... Pero están solos. Los míos van a las 8 al cole, desayunan allí, comen allí y va una chica a por ellos a la salida, que cuando llega a casa les pone a hacer deberes. Yo llego justo en ese momento y me medio-acerco mientras guardo la compra que he hecho a mediodía, o recojo las cosas que están por medio, o pongo la lavadora para que me de tiempo a tenderla, o empiezo a preparar cena. Mi madre se sentaba a mi lado mientras yo hacía los deberes; se buscaba algo que coser, algo que poder hacer sentada, y se quedaba conmigo y no podía ayudarme porque no tenía muchos estudios, pero paciente estaba a mi lado.

Esposas, claro, aquí podemos decidir si serlo o no. Pero si decidimos serlo, pues mira estás tan agotada cada día, que tampoco ellos salen ganando, porque al final no les haces ni caso y, como me pasa a mí, el último rato del día que le puedo dedicar, me quedo dormida en el sofá.

No sé si alguna de las mujeres que lucharon por la igualdad de derechos pensaron en la igualdad de obligaciones, pero algo hemos terminado haciendo mal, porque no creo que esta vida tenga más calidad que la anterior. Te aseguro que más cantidad, sí y es agotador.

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