lunes, 17 de octubre de 2011

Una Cuesta de Septiembre un poco más dura

En España, hablamos de la "Cuesta de Enero" que, tras los excesos de las Navidades que sobre todo afectan al bolsillo, parece que no se llega a final del mes de enero. Pero deberíamos hablar de la "Cuesta de Septiembre", al menos yo la llevo mucho peor. No sólo afecta al campo económico (comprar los libros y uniformes de los niños, cambio de ropa de temporada, los gastos excesivos del verano, ...) sino también al campo psicológico (vuelta al trabajo y al cole, a las obligaciones diarias, las revisiones médicas, las tutorías ...). No hay tiempo para nada.
Este año la cuesta de septiembre ha venido acompañada de una muy mala noticia. A una de las mamás del grupo de amigos del cole de mis hijos le han diagnosticado un cáncer. Cruel. Y entonces todo deja de tener importancia, parece absurdo que me preocupe porque no me ha dado tiempo a forrar todos los libros para que los lleven al día siguiente, o el esfuerzo que supone coger la rutina de levantarse, empezar con las peleas con los niños para que se vistan solos, se preparen las mochilas y al cole, y que te faltan calcetines del uniforme que no has comprado, o que el segundo día ya han hecho un agujero a los pantalones nuevos. Y que hagan los deberes, y que se duchen, y que cenen, y que se acuesten.
Todo deja de tener sentido cuando una noticia así sacude nuestra vida. Cruel porque el diagnóstico es malo. Cruel porque los plazos son tan pequeños que las Navidades se ven como una cima inalcanzable. Cruel porque ella está llena de vida, porque es de las más animosas del grupo, porque su hija más pequeña tiene sólo nueve años.
Este año la cuesta de septiembre se va a alargar. Ojalá se alargara muchos años.

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